Abstract
En 1970, la empresa Edilnord, propiedad de Silvio Berlusconi, comenzaba a construir Milano 2, una ciudad residencial de 700 000 m2 en el municipio de Segrate, a 7,5 km de Milán. Algo casi desconocido y que, sin embargo, ejemplifica como pocos casos el urbanismo transmediático radical que acabó para siempre con el proyecto de la Europa surgida de la posguerra. Su estudio, precisamente en este momento, permite entender la participación de la arquitectura en muchas de las polémicas que atraviesan la Unión Europea.